Y así sentada frente a la pc empiezo a divagar, escuchando música trancuila y con el frescor del aire en la nuca, una confesión se presta asomar. No mas una confesión, sino un sueño (o quizás varios, quien sabe, quien dice..), de los que no puedo desprenderme, dicen que el subconsciente en ellos oculta lo que uno en verdad quiere decir, pero sigo sin poder relacionarlos, sin saber ni encontrar que quiero decirme a mi misma.
Sol, calor y sombra van de la mano en un bosque, con claros perdidos entre él. Y río, y corro, nunca estoy sola y no me canso, y los animales de todos los tamaños y formas, que parecen reír felices también, corren. No es una carrera, no se quiere atrapar a nadie, pero es un juego en el que todo esta bien. Todo es puro, utópico y claro. No se siente calor ni frío. Todo esta bien, corriendo en una delicada naturaleza.
Y en este espacio vacío, sin arboles, todos se detienen. y miran un punto fijo. Quieto, alto y no por mucho sombrío. Mirándome fijamente. Da miedo, pero no lo suficiente como para que por un desliz me descubra. Pregunta por algo. El cazador, con su arma cavernícola. Me habla, pero no logro entenderle. Y se enoja, se enoja mucho. Arremete con una familia de elefantes, que aparece detrás. Son tres. Nunca olvidan, los elefantes. Como primer víctima toma al infante, el mas pequeño de ellos. Un corte directo. Cae. La madre, tranquila se adelanta sin interesarle que el troglodita sigue ahí en frente, y sufre el mismo destino que el anterior. Esta conmigo, desde el primer momento. Y en cada corte aprieto mas fuerte su mano. Pero nunca dejo de mirar. Quiero cerrar los ojos, pero no puedo por que ya están cerrados. Pero yo veo todo. El tercero mira, y como la madre, busca a su familia. El cazador arremete contra él. Tres cuerpos grises yacen en el pasto. Soy yo la que siente cólera ahora. Voy contra él, tonta. Intento empujarlo. No soy fuerte. Me tira al piso, con fuerza y facilidad. Viendo su cara y con palabras de consuelo, me levanto, pero él también es mudo. Luego, miro al troglodita. No logro recordar, si lo único que escucho es mi propia voz.. y los cortes y el sonido de los cuerpos caer contra el pastizal. Lo miro fijamente con la impotencia y el reflejo de mi figura en sus ojos.
Son las 7 am. El perro raspa la puerta de mi cuarto. Calor. ¿Cómo puede hacer tanto calor? Me levanto. Abro la puerta en el oscuro. Me vuelvo a acostar. Y me voy de nuevo. Ahora todo es gris, pero no es un lugar gótico. Estoy todo el día, con ella, en esa casa de paredes blancas y un montón de cuartos repartidos por todo el lugar. Reímos de igual forma y somos felices en nuestra amistad. El día nos agota, a mi mas temprano que a ella. Me quedo dormida en el sofá. Y sueño. Recuerdo haber soñado, pero al despertar no lo contuve en mi memoria lo suficiente como para poder recordarlo ahora. Me despierto y estoy sola. Y empiezo a buscar. Camino por los pasillos, sin entrar en ningún cuarto, por que se que no esta en ninguno. Y me siento perdida pero no dejo de buscar. y entonces, descubro una escalera igual de blanca que las paredes. Me sorprende que la suciedad de las zapatillas no deje marcas en ella. Bajo. En los costados de ese pasillo hay igual de cuartos negros, oscuros, pero al fondo se ve una luz, camino hasta el fin. Pero antes de entrar me quedo quieta en el ultimo cuarto oscuro a mi derecha. Es ahí, prendo la luz, y olvido el fondo del pasillo. Y ella esta ahí, junto a la cama de la ventana con las percianas y las cortinas cerradas, dormida. - Te llame un montón de veces- me dice cuando se despierta. -Perdón, no escuchaba..- Me recuesto en la cama de al lado. Cuando abro los ojos ya es de día.